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«El frailejón negro del páramo merideño”

La belleza imponente de nuestra sierra nevada se corona con el más preciado y reluciente de sus flores de santidad, tradición y fe sencilla de su gente, “el frailejón negro” conocido como San Benito de Palermo.

Celebramos este año el quinto centenario de su nacimiento y nuestra Arquidiócesis de Mérida ha preparado toda una programación que abarca el año jubilar, aperturado con la visita de los frailes menores franciscanos, del Convento Santa María de Jesús de Palermo.  

Una de las actividades centrales es el Congreso Quinto Centenario del Santo Negro, el primer capítulo lo celebramos el pasado mes de julio, en el salón del trono del Palacio Arzobispal, con el conversatorio presidido por el Fray Fernando Trupia, además de haberse presentado testimonios de la experiencia de fe de los sanbeniteros.

Con motivo de la apertura de la puerta santa del Santuario de San Benito en Timotes, este sábado 21 de septiembre, se celebró en la capital del Municipio Miranda, el segundo capítulo del Congreso, bajo el título: “La Dimensión Histórica del Culto a San Benito de Palermo en la Arquidiócesis de Mérida”, con el objetivo de conocer a mayor profundidad la vida y obra de San Benito, su tradición encarnada en la cotidianidad, usos y costumbres de los hijos del páramo andino.

El acto fue aperturado por el Párroco y Rector de la Basílica menor de Santa Lucía Timotes, Pbro. William Rosales, con la presencia de las delegaciones de la mayoría de las parroquias que conforman la zona pastoral del páramo. Seguidamente hubo algunas muestras de sus danzas, expresión de fe y culto al “frailejón negro” de los páramos cordilleranos.

Recordemos que el culto de San Benito de Palermo, en nuestro país, tiene su génesis en el sur del lago de Maracaibo y se extendió hasta las altas cumbres merideñas; con la riqueza de su variedad en sus danzas, vestimentas, tonadas y tradiciones, respecto a otras regiones de Venezuela, coinciden en parte con estas en la música de origen africano, en las danzas de origen indígena, así como en el culto y la liturgia de su fiesta.  

La temática central estuvo a cargo del Archivo y museo Arquidiocesano, junto a la Vicaría para las Comunicaciones. El Archivo presentó la muestra de lo que ha sido la presencia de la devoción san benitera en la sección hemerográfica del decano de la prensa merideña, el diario El Vigilante, como la página principal del 14 de diciembre de 1935, en donde se narra: “San Benito fue hijo de padres africanos, pero nació en Italia. Agricultor, luego anacoreta, y por último, luego en un convento franciscano obtuvo la corona de la santidad. Su tipo es negro, pero eso de ponerle en imágenes tambores, maracas y banderas no tiene ninguna relación con su vida.  Débesele poner en la mano un crucifijo o unas flores, en memoria de uno de sus milagros. Lo de semejantes instrumentos viene de qué los primeros misioneros en América permitieron ciertos ritos tradiciones tradicionales a los indígenas, y a los negros africanos traídos de las minas”.

            Así como el titular del 31 de diciembre de 1989: “Los artilleros de San Benito, llenaron de pólvora a Mucuchíes”, las fotos en blanco y negro, acompañadas por el comentario: “Batallones de artilleros de todos los caseríos cercanos a Mucuchíes salieron con la imagen de San Benito lo que constituyó un gran acontecimiento folclórico religioso”.

Junto a la página informativa del 31 de diciembre de 1991, con fotos y el texto que dice: “Más de novecientos trabuqeros formaron parte de los batallones que homenajearon a este Santo… reinó la organización y la gran cantidad de público colmó a este pueblo el cual quedaron paralizadas sus calles.”   También es curioso el comentario del 30 de diciembre de 1993, “en el páramo merideño, desde Mucuchíes hasta Timotes sin olvidarnos de Palmarito, se leen en estos días, un homenaje del santo Negro: San Benito, en una tradición que combina lo pagano y lo religioso. Veremos en la calle trabuqueros y devotos que las postrimerías de un nuevo año te dirán para que Venezuela salga de la crisis, que nuestros gobernantes cumplan y dejen la demagogia y que así sea”. Con foto de Leo León, una anciana baila su santo negro.

El Vigilante del 30 de diciembre de 1994, muestra una página completa con San Benito de Palermo, con estas hermosas palabras: “Su piel brillante y pulida refleja la luminosidad del sol venezolano, como antes reflejara la luz del cielo africano… la gente de Gibraltar, Bobures, la Venta y en las alturas de los Andes, San Benito fue, es y será negro…Un santo Negro, un bondadoso santo en el cielo, cristiano donde no hay discriminación raciales, ni origen nacional, ni lenguas variadas, sino un solo amor fraternal por todo lo creado, por todos los hombres, los animales y todas las plantas, árboles y arbustos. El día de San Benito se celebra en la Venta, año tras año, el 2 de enero. Por ello con emoción cristiana y venezolana, se recuerdan los milagros de la bondad de San Benito”.

Hasta llegar al 31 de diciembre de 1998, en las que el Vigilante hace amplia cobertura de la visita del Nuncio Apostólico en Venezuela Monseñor Leonardo Sandri, junto al Arzobispo Metropolitano Monseñor Baltazar Porras y el entonces obispo auxiliar de Valencia, hijo ilustre de Timotes, Monseñor Sotero Valero, en la celebración de los 40 años de la fundación de la Sociedad de San Benito.  Testimonios que reflejan el paso misionero de la tradición sanbenitera que llena de esperanza y amor a nuestros andes venezolanos.

Más de 600 participantes y al son de los tambores y de las maracas al unísono, proclamaron la apertura de la puerta santa en Timotes, decretada por el Señor Arzobispo, como centro de espiritualidad y devoción en este año jubilar del quinto centenario de San Benito “il moro”.

Nos preparamos para el congreso capítulo III en Pueblo Llano el próximo 12 de octubre y el capítulo IV en Mucuchíes el 16 de noviembre del presente año. Toda una ruta pastoral que nos llevará al 27 de diciembre de 2024, V Centenario del nacimiento de San Benito, con la solemne fiesta central en nuestra ciudad de Mérida. Que san Benito nos ayude a gustar de la grandeza y simplicidad de las pequeñas cosas que nos muestran el rostro humilde y servidor de Cristo.

P. Edduar Molina