Prensa Arquidiócesis de Mérida
(30-12-2024) Con mucha vistosidad, llenos de alegría, fe y devoción, las sociedades, cofradías y agrupaciones de devotos de San Benito de toda la Arquidiócesis peregrinaron con sus trajes coloridos, música, bailes y pólvora, desde la Vuelta de Lola hasta la Catedral Basílica Inmaculada Concepción para celebrar el V Centenario del nacimiento de San Benito de Palermo.

La Solemne Eucaristía fue presidida por el Arzobispo Metropolitano de Mérida, Monseñor Helizandro Terán, quien estuvo acompañado de una buena parte del clero merideño, seminaristas y, por supuesto, de un pueblo fervoroso que vino desde distintos y lejanos lugares de la geografía merideña con las imágenes y reliquias de primer y tercer grado de San Benito de Palermo.
La actividad fue organizada por la Arquidiócesis de Mérida, que decretó un Jubileo en honor al San Benito. Previo a esta celebración, se realizó un Congreso sobre la vida y obra del Santo Negro y su culto en el territorio merideño, con varios capítulos desarrollados en Mérida, Timotes, Pueblo Llano y Mucuchíes.

Monseñor Helizandro Terán, en la homilía de esta celebración, compartida con la apertura del Año Santo de la Esperanza 2025, expresó que la Fiesta de San Benito reviste especial solemnidad por la celebración de los 500 años de su nacimiento.
La devoción a San Benito de Palermo es muy característica de la Iglesia merideña, ya que son muchas las parroquias, hogares, instituciones, pueblos y plazas donde se celebra con gran devoción la fiesta del Santo Negro.

San Benito fue un gran hombre; para él la caridad no tenía límites. Es modelo de lo que significa experimentar a plenitud el sentirse amado por Dios, y por eso amaba a todos, pues en todos veía el rostro de Cristo sufriente o necesitado. «Un ejemplo que debe ayudarnos a vivir en profundidad nuestra fe», dijo el arzobispo de Mérida.
En la actividad participaron más de 2000 vasallos, trabuqueros y fieles que, a través de sus bailes, sus coloridos trajes y al ritmo de los tambores, manifestaron su fe y devoción, abarrotando la Catedral de Mérida en honor al Santo Negro nacido en San Fratello en 1526 y quien murió en Palermo, Italia, en 1589.