La Misa Crismal se realizaba tradicionalmente en la Catedral de Mérida; sin embargo, con el propósito de acercarse más a la feligresía, el año pasado se realizó en la parroquia San Buenaventura de Ejido y este año, se trasladó hasta la parroquia San Antonio de Padua, en Tabay
Prensa Arquidiócesis de Mérida/Fotos: Arquidiócesis de Mérida y Euro Lobo
(12-04-2025) En una jornada cargada de simbolismo y profundo significado espiritual, la Arquidiócesis de Mérida celebró este sábado 12 de abril la tradicional Misa Crismal, un evento que marca el inicio de los preparativos litúrgicos para la Semana Santa.
Aunque esta misa se celebra habitualmente el Jueves Santo, este año se decidió realizarla el sábado anterior al Domingo de Ramos, debido a razones logísticas relacionadas con la distancia entre algunas parroquias y la organización de los horarios litúrgicos, con el fin de facilitar la participación de los sacerdotes y fieles de toda la jurisdicción eclesiástica.

Este año, la Misa Crismal estuvo teñida de un carácter especial, ya que coincidió con la celebración del Jubileo de los sacerdotes.
Este evento, además de ser un acto litúrgico de gran significado, fue una oportunidad única para que los sacerdotes de la arquidiócesis renovaran sus promesas sacerdotales, reafirmando su compromiso con la vida ministerial y con el servicio pastoral a las comunidades.
La ceremonia, presidida por Monseñor Helizandro Terán, arzobispo metropolitano de Mérida, fue un reflejo del profundo sentido de unidad y fraternidad que caracteriza al clero merideño.
Bendición de los óleos y consagración del Santo Crisma
La Misa Crismal tiene un significado trascendental en la vida de la Iglesia. Los óleos fueron bendecidos para, posteriormente, ser utilizados en los sacramentos esenciales como el Bautismo, la Confirmación, la Unción de los Enfermos y la Orden Sacerdotal.

Los santos óleos serán distribuidos a las parroquias de la arquidiócesis y utilizados a lo largo del año para acompañar espiritualmente a las comunidades, en un gesto de cercanía y compromiso con la vida cristiana.
Renovación de las promesas sacerdotales y compromiso con la misión evangelizadora
Uno de los momentos más significativos de la Misa Crismal fue la renovación de las promesas sacerdotales. Ante Dios y la comunidad cristiana, los sacerdotes renovaron su compromiso de fidelidad a su ministerio, reafirmando su promesa de predicar el Evangelio y vivir su vocación con santidad.

Este acto de renovación fue una demostración tangible de la unidad y el amor que deben caracterizar la relación entre los sacerdotes, y también un recordatorio del papel esencial que juegan en la vida de la comunidad cristiana.
Monseñor Terán instó a todos los sacerdotes a recordar que «no puede existir un sacerdote al margen del presbiterio, desligado o desvinculado del pueblo sacerdotal».
Subrayó que el sacerdote debe vivir en comunión con su comunidad y con su clero, como una expresión viva de la presencia de Cristo en medio de los fieles.
Además, invitó a los sacerdotes a «vivir en la alegría de pertenecer al clero» y a hacer vida en la convivencia fraterna dentro de la arquidiócesis, reafirmando su compromiso con la misión evangelizadora de la Iglesia.
Reflexión sobre el Sacerdocio y el Jubileo
La homilía de Monseñor Helizandro fue un momento clave de la misa, pues el arzobispo no solo profundizó en el significado de la Misa Crismal, sino que también reflexionó sobre el sacerdocio como una vocación que trasciende lo individual para convertirse en un servicio al pueblo de Dios.
En su intervención, Monseñor Terán destacó que la celebración no solo era un recordatorio del compromiso de los sacerdotes con su vocación, sino también un llamado a vivirlo como una tarea en comunión con la comunidad, siguiendo el ejemplo de Jesús, el Sumo Sacerdote.

“Recordamos nuestra condición de iglesia peregrina, para encontrarnos con Cristo vivo y, como clero merideño, celebramos nuestro Jubileo. Esta eucaristía nos permite ver a Jesús como el sumo y tierno sacerdote, el gran profeta de Dios, quien con su vida nos enseñó el camino del sacrificio y el amor”, dijo Monseñor Terán, refiriéndose a la centralidad del sacrificio de Cristo y la alianza definitiva que Él ofrece.
Además, Monseñor Terán invitó a los sacerdotes a reflexionar sobre su vocación, afirmando que «el sacerdocio es exclusivo, tiene un gran valor. La acción sacerdotal de Jesús fue la entrega de su misma vida; la alianza de Jesucristo es la alianza superior, la alianza definitiva. Es el sacrificio que nos alcanza a Nuestro Padre», expresó.
También destacó que el sacerdocio no es un acto aislado, sino que todos los miembros del pueblo de Dios están llamados a participar de él.
«Cristo nos ha revestido de su divina realeza, una realeza que se entiende desde el amor y el servicio».
Agradecimiento de la parroquia anfitriona y reconocimiento del municipio
El Padre Javier Muñoz, párroco de San Antonio de Padua en Tabay, parroquia anfitriona de este año, expresó su agradecimiento por la oportunidad de acoger este importante evento.
En su intervención, el Padre Muñoz destacó la importancia de la celebración para la comunidad local y reiteró que Tabay siempre tendrá sus puertas abiertas para recibir a quienes deseen vivir la fe y la espiritualidad cristiana.

Por su parte, el alcalde del municipio Santos Marquina, Balmore Otálora, también participó en la ceremonia, entregando la «Orden de Visitante Distinguido» a Monseñor Helizandro Terán, en un acto de reconocimiento a su labor pastoral y al trabajo conjunto entre la Iglesia y las autoridades locales.
Este gesto de amistad y colaboración subraya la importancia del trabajo conjunto entre la comunidad civil y la Iglesia para el bienestar y la construcción de una sociedad más solidaria y justa.
Bendición apostólica y finalización con la Salve Regina
Al final de la misa, Monseñor Helizandro impartió la bendición apostólica, un acto que, además de ser un gesto de despedida, representó un signo de indulgencia plenaria para todos los presentes.

La bendición apostólica, transmitida desde el corazón de la Iglesia, es un momento cargado de gracia y de cercanía con el Papa, extendiendo la misericordia y la bendición divina a todos los fieles.
La misa culminó con la entonación de la Salve Regina, ante la imagen de la Inmaculada Concepción, patrona de la arquidiócesis. Este himno mariano, cantado con devoción, puso un cierre espiritual a la celebración, recordando a todos los presentes la intercesión maternal de la Virgen María, cuya imagen es venerada en la arquidiócesis.
Entrega de los Santos Óleos a las parroquias
Finalmente, se llevó a cabo la entrega solemne de los santos óleos a las parroquias presentes, un acto simbólico que representa la distribución de los recursos espirituales necesarios para la administración de los sacramentos durante el año.

Cada parroquia recibió los óleos bendecidos, que serán utilizados para acompañar a los fieles en su caminar cristiano, en momentos de necesidad espiritual y en la celebración de los sacramentos fundamentales de la vida cristiana.
Este acto subrayó la importancia de la continuidad y la presencia de la Iglesia en las comunidades, y permitió que todos los presentes vivieran una experiencia de profunda unidad en la fe.