Pbro. Cándido Contreras
En el cuarto domingo de Pascua nuestra iglesia celebra el domingo del Buen Pastor y nos invita a orar para que, en todas las comunidades cristianas, existan los ministros que hagan presente al único Buen Pastor que nos lleva a la plenitud de la vida. Junto a ello, estamos viviendo la experiencia de la Pascua a la eternidad del amado Papa Francisco y la elección del Papa León XIV; tanto en el uno como en el otro, el Pastoreo único de Cristo se prolonga a lo largo de los siglos. La iglesia de Roma, nos preside, a través de ellos, en la fe, la esperanza y la caridad. Bendecimos al Buen Pastor por haberse hecho cercano en el Papa Francisco y porque lo quiere hacer, con su propias e irrepetibles cualidades, con el Papa León XIV.
En el breve texto que la iglesia nos presenta este domingo, el Maestro no afirma que es el pastor, sino que “sus ovejas escuchan su voz … y lo siguen”. Los primeros cristianos se identificaron no solo como discípulos, sino como ovejas amadas por su Pastor. La imagen pastoril, aunque mucho queramos explicarla, difícilmente entra en la cultura actual; lamentablemente no tenemos, en la era técnica e industrial, referentes que nos hablen de pertenencia afectiva a un grupo humano; quienes dirigen nuestras comunidades cristianas lo hacen, según mi parecer, de la mejor manera posible y con los recursos espirituales y emocionales que tienen a su alcance.
Importa mucho que meditemos la contundencia de las expresiones que el Señor nos trasmite a través de los pocos versículos del cuarto evangelio que hemos proclamado en la liturgia. El Señor, Buen Pastor, afirma que nos conoce; cada creyente en Jesucristo es alguien único e irrepetible para Él. Esto nos llena de paz, serenidad y confianza; para el Maestro no soy un extraño o uno más del grupo; soy alguien único e irrepetible. Este conocimiento invita a una reciprocidad; también el Buen Pastor debe ser único e irrepetible en cada uno de nosotros; nadie, ni nada, pueden sustituir a quien nos debe guiar hasta la eternidad.
Otro elemento es que las ovejas del rebaño de Jesucristo lo siguen a Él; este seguimiento involucra a toda la persona y no solo a sus ideas o comportamientos religiosos. Toda nuestra vida debería ser un seguimiento al único Buen Pastor. A lo largo de la historia, colectiva y personal, sentimos la tentación, y con facilidad caemos en ella, de seguir a personas o ideologías que, de hecho, pretenden ser absolutos sobre nuestras vidas.
Nuestro Buen Pastor nos da la vida eterna; desde el mismo instante en que, voluntaria y libremente, decidimos seguir a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador empezamos a vivir la eternidad; este es un regalo, nadie lo merece y nadie lo puede ganar. Pero, debemos afirmar que es consecuencia de ser conocidos por el Maestro y haberlo seguido, aún con nuestras limitaciones y fragilidades.
Luego, el Buen Pastor, hace un compromiso “no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos”. Es característica del cuarto evangelio insistir sobre una idea. Tener desde ya la vida eterna implica no perecer, pero, además, estar siempre en manos del Buen Pastor que son las del Padre. Estar en manos de Dios es una seguridad inigualable para el creyente; no debemos tener miedo al Dios que nos ama de forma tan singular y particular.
En muchos países del mundo se festeja, en este día, a las madres de forma particular. Nuestro agradecimiento, respeto, veneración, hacia cada una de ellas; el Buen Pastor nos hace sentir su ternura a través de ellas; algunas, ya en el ocaso de la vida, nos acompañan con su fragilidad, dolor, limitación y achaques. Así las amamos, respetamos y procuramos servirlas. Para ellas, sacramentos del Buen Pastor, nuestra sincero agradecimiento y felicitación
ORACION EN EL CUARTO DOMINGO DE PASCUA -ciclo c-
Señor Jesucristo, Buen Pastor,
después de escuchar en este día
que nos conoces personalmente,
que nos das la vida eterna,
que estamos en las manos del Padre Dios,
que nadie puede arrebatarnos
de esas manos bondadosas
y llenas de ternura misericordiosa,
nuestro corazón exulta de alegría
y una paz inmensa nos inunda.
Gracias, Buen Pastor, por permitirnos
estar siempre escuchando tu voz.
Bien sabes que muchos ruidos malignos
entorpecen nuestra escucha;
hay voces seductoras
que pretender apartarnos del camino
y conducirnos a vivir en la maldad.
No permitas, Buen Pastor,
que prestemos atención al maligno.
Danos sencillez y docilidad
para que siguiendo tu voz
vivamos con seguridad
en las manos bondadosas del Padre Dios.
Hoy te queremos dar gracias,
de forma muy especial,
por el Papa León XIV;
gracias porque lo has elegido a él
y no al que, los cálculos humanos,
decían debería ser el nuevo Obispo de Roma.
Gracias también por nuestras madres;
en ellas sigue presente
tu ternura, única e irrepetible, de Buen Pastor.
Bendice al nuevo Papa
y cada una de nuestras madres,
hoy y siempre. Amén.