Pbro. Edduar Molina
Desde el pasado lunes dieciséis hasta el jueves diecinueve de junio, nuestra Arquidiócesis de Mérida se vio honrada con la presencia del Señor Nuncio Apostólico de la Santa Sede en Venezuela, Su Excelencia Monseñor Alberto Ortega Martín, El décimo octavo en visitar la Mérida cordillerana, en toda su rancia historia.
Una importante cita en el Palacio Arzobispal, marcó la bienvenida del representante Pontificio, el “encuentro con los constructores de la sociedad”, espacio que permitió el acercamiento con las altas autoridades de la entidad, encabezadas por el gobernador Arnaldo Sánchez, la Presidente del Consejo Legislativo Delia Vera, el alcalde de Libertador Jesús Araque, y el rector de la Universidad de Los Andes, Mario Bonucci.
También presentes los legisladores y concejales, junto a las fuerzas vivas. Academia, turismo, periodistas, representantes consulares e intelectuales. La actividad fue propicia para que las autoridades universitarias confirieran la orden “Caracciolo Parra y Olmedo, rector heroico”, el Consejo Legislativo la Orden Tulio Febres Cordero en su primera clase, la gobernación de Mérida la “Orden 16 de septiembre” en su Primera Clase y el alcalde de Libertador entregara “las llaves de la ciudad”. Las instituciones destacaron la importancia de la visita del representante del Papa León XIV para animarnos a trabajar en equipo, para asentar los cimientos de una sociedad más justa, fraterna y solidaria.
Monseñor Alberto Ortega dijo: “vengo a Mérida a traer el mensaje de paz que, desde el primer momento, el papa nos ha encomendado, una paz que nos lleve a construir una mejor sociedad y que va más allá de la fe católica”.
A muy tempranas horas nuestra ciudad se vio colmada por el clero arquidiocesano, por el inolvidable jubileo sacerdotal, que peregrinó desde la Capilla del Carmen hasta la Catedral Basílica Menor Inmaculada Concepción, bajo el canto de las letanías de todos los santos, cruzando la puerta santa, para dar inicio con la solemne eucaristía concelebrada por Monseñor Helizandro Terán, arzobispo metropolitano; Monseñor Alexander Rivera, obispo electo de la Diócesis de San Carlos y sacerdotes del clero local. En sus palabras el Nuncio nos invitó a vivir nuestro ministerio con la centralidad de la Eucaristía y nos animó a reflexionar sobre la necesidad de cultivar una espiritualidad profunda, sencilla y disponible.
Seguidamente se realizó la reunión del clero arquidiocesano con Monseñor Alberto Ortega Martín, escenario propicio para la presentación del libro “Memorias de un centenario: Arquidiócesis de Mérida 1923–2023”, en el marco de los 120 años de nuestro archivo arquidiocesano, un tributo agradecido a la siembra fecunda de esta Provincia Eclesiástica. Terminando la jornada del día con la bendición de la casa sacerdotal “Inmaculada Concepción”. En el acto dirigió a los sacerdotes estas emotivas palabras: “…esta casa es un aliciente para vivir con entusiasmo la vocación sacerdotal. Si intentamos juntos llevar una vida humilde y ejemplar, entonces podremos expresar la fuerza renovadora del Evangelio”.
La jornada del miércoles 18 estuvo marcada por la fraternidad sacerdotal, compartiendo con el clero del arciprestazgo del páramo y de la curia arquidiocesana, encabezados por nuestro Arzobispo, bajo el encanto de las bellezas del páramo andino, desde el parque temático “Los aleros”, hasta la laguna Mucubají, pasando por la histórica parroquia de Santa Lucia de Mucuchíes, oportunidad propicia para fortalecer los lazos entre pastores y promover momentos de fraternidad sacerdotal en medio del servicio pastoral.
En horas de la tarde fue recibido en la Parroquia Santiago Apóstol de La Punta, para el primer encuentro con los movimientos, asociaciones y grupos laicales. La bienvenida a cargo de las danzas Chía y Zué, para aperturar la solemne eucaristía con la participación masiva de la comunidad y movimientos seglares. El Nuncio, por cierto madrileño, dirigió palabras de aliento a la comunidad, destacando el valor de la unidad al Cuerpo de Cristo, su Iglesia. Subrayó también el testimonio de fe de los grupos de apostolados, especialmente en tiempos de dificultad, animándolos a continuar construyendo espacios para la esperanza.
Concluida la misa, la jornada pastoral continuó en las instalaciones del Colegio Arzobispo Salas, donde se realizó un fraterno y formativo encuentro con laicos, responsables de la acción pastoral y misionera de nuestra Iglesia local. Monseñor Ortega tocó temas nucleares como el acompañamiento de los jóvenes en su camino de fe, el fortalecimiento de la vida familiar como iglesia doméstica y la presencia activa y esperanzadora de la Iglesia en la realidad social del país.
La grata presencia del Nuncio concluyó el jueves 19 de junio con la visita al Seminario San Buenaventura de Mérida. Fecundo encuentro con las comunidades religiosas, formadores y seminaristas, un gesto que quiso ser acompañamiento cercano y animación misionera con quienes sirven desde sus diversos carismas a nuestra provincia. En sus palabras les recordó su misión: “Cada uno, según el carisma que ha recibido, es importante dentro de la iglesia. La vida consagrada es un gran don para toda la Iglesia”.
Termino con las palabras del Papa León XIV, del pasado 10 de junio a los representantes pontificios en el Vaticano, con motivo del Jubileo de la Santa Sede, en las que llamó a reavivar su misión de construir relaciones: “…allí donde cuesta más sean siempre la mirada de Pedro, que sabe que no tiene la solución para todo, pero que tiene lo que importa, es decir, a Cristo y puede dar testimonio de su amor, de esa caridad que está dispuesta a todo”.
Gracias Excelentísimo Monseñor Alberto Ortega por haber venido a Mérida, con su testimonio de humildad y gran disposición para el servicio, con la mirada de Pedro para animarnos a seguir construyendo puentes de relaciones fraternas en el Evangelio encarnado por obra misionera de esta sierra andina. Dios le pague. Lo esperamos de nuevo en su casa: Mérida.