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Mérida celebra a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

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Cada 27 de junio, el fervor mariano envuelve a la iglesia con la celebración de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en dos de sus comunidades: la parroquia de Sabaneta en Tovar y la rectoría de La Tercera en Mérida, donde feligreses de ambos sectores rinden homenaje a su amada advocación, demostrando la profunda devoción y unidad que caracteriza a la fe católica

Isvait Toro- Pasante ULA

(30-06-2025) La celebración de la advocación del Perpetuo Socorro es uno de los momentos en que la Iglesia recuerda la acción de Dios en la vida de la Santísima Virgen María. En esta festividad, se resalta la importancia de acudir a ella como Madre de la Iglesia en los momentos de dificultad y necesidad, tal como lo hizo el mismo Jesús.

Desde la Iglesia La Tercera en Mérida, el padre Edison Montilla, rector de este santuario, recuerda que “en este ícono podemos ver una escena muy humana: el Niño Jesús, que al ver los signos de la Pasión se refugia en los brazos de su Madre, pero que también se muestra valiente en aquellos brazos para aceptar su hora. Me parece una buena manera de reflexionar sobre los momentos difíciles que estamos pasando”, haciendo referencia a las emergencias por las lluvias en la entidad.

En su reflexión, el padre Edison nos invita “a contemplar esta imagen de la Virgen, ver cómo Jesús nos recuerda que, frente a todo aquello que nos causa dolor y temor, podemos acudir a su Madre para encontrar refugio en los momentos de dificultad. Que aferrados a esos brazos estamos seguros y amados es algo que Jesús no reservó para sí, sino que lo compartió con nosotros”.

Origen de la advocación mariana

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es una advocación mariana ligada a un icono bizantino de gran antigüedad, posiblemente del siglo XIII o XIV. La tradición cuenta que la imagen fue robada de un santuario en Creta por un comerciante y llevada a Roma en el siglo XV. Tras la muerte del comerciante, el icono fue entregado a la Iglesia de San Mateo, donde permaneció por casi 300 años.

En el siglo XIX, la Iglesia de San Mateo fue demolida, y el icono fue olvidado hasta que, por intervención divina y el deseo del papa Pío IX, fue confiado a los Misioneros Redentoristas en 1866. El pontífice les encomendó la misión de hacerla conocer al mundo entero, con la instrucción: «Háganla conocer en el mundo entero». Desde entonces, la Basílica de San Alfonso en Roma se convirtió en su hogar permanente.

El icono del Perpetuo Socorro es rico en simbolismo. Muestra a María sosteniendo al Niño Jesús, quien mira asustado a los arcángeles Gabriel y Miguel, que le presentan los instrumentos de su futura Pasión (la cruz, la lanza, la esponja). El Niño se aferra a la mano de su madre, y una sandalia se le ha desprendido, simbolizando la fragilidad humana y la necesidad de la ayuda materna.