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A cien años de su partida, el tránsito a la santidad de la Madre Georgina Febres Cordero en Mérida

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Este 2025 marca el centenario del tránsito a la eternidad de la Madre Georgina, una figura luminosa de santidad que dejó una huella imborrable en Mérida y en toda Venezuela. Su vida, dedicada enteramente a Dios y al prójimo, se erige como un faro y un ejemplo perenne de fe y caridad en los Andes venezolanos

Isvait Toro/Pasante ULA

Las Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima, hijas de la Sierva de Dios Madre Georgina Febres Cordero, prepararon un sentido homenaje; al conmemorar los cien años de su tránsito a la vida eterna, recordaron la vida y obra de su fundadora.

Participaron delegaciones de los estados donde la congregación lleva adelante su obra de caridad, educación y evangelización.

En el marco del Año Jubilar de la Esperanza, los encuentros formativos se centraron en la figura de la Madre Georgina Febres Cordero. Se profundizó en cómo esta Sierva de Dios, a lo largo de sus años como religiosa en Mérida, transmitió y encarnó la virtud de la esperanza, dejando un legado inspirador para todos.

Un encuentro de fe, caridad y esperanza

Religiosas, docentes, alumnos y demás participantes se reunieron en el colegio Fátima, en la avenida Urdaneta, y en el colegio San José de la Sierra, ubicado en el sector Milla del municipio Libertador de Mérida. En este último, además, reposan los restos de la madre fundadora.

Como una forma de seguir los pasos de la madre Georgina, todos los asistentes al jubileo visitaron el Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes. Allí, repartieron kits de higiene personal y alimentos, demostrando un profundo amor y servicio hacia los pacientes y sus familiares, tal como ella lo hizo en vida.

En un emotivo momento de peregrinación, los asistentes partieron del colegio Fátima hacia la Casa Hogar Delia Dávila, donde compartieron con los adultos mayores. Posteriormente, visitaron la Biblioteca Don Tulio Febres Cordero, profundizando en la vida de la Madre Georgina, del Beato José Gregorio Hernández y de San Miguel Febres Cordero, su pariente y educador ecuatoriano.

El momento central del homenaje fue frente a los restos de la Sierva de Dios, un instante de gran emotividad. La gratitud y el reconocimiento de sus virtudes fueron el eje de este tributo, donde se honró su legado de fe y servicio. Las actividades se llevaron a cabo los días 28 y 29 de junio.

Vida y camino a la santidad

Nacida en Mérida el 16 de noviembre de 1861, en el seno de una distinguida familia, María Georgina Febres Cordero y Troconis fue desde joven una mujer de profunda piedad.

Fundó la Congregación de Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima el 15 de abril de 1903, con el carisma de la educación de la juventud, la atención a los enfermos y el cuidado de los más necesitados. Su obra se expandió rápidamente, dejando un legado tangible en escuelas, hospitales y asilos a lo largo del país.

La Madre Georgina fue reconocida por su gran humildad, su incansable servicio, su espíritu de sacrificio y su profunda vida de oración. Enfrentó numerosas dificultades con una fe inquebrantable, siempre confiando en la Divina Providencia. Su compromiso con los más vulnerables, especialmente con los niños y los enfermos, la convirtió en una verdadera madre para muchos.

Su proceso de beatificación y canonización está en curso, y su vida es un recordatorio constante de que la santidad es accesible en la vida cotidiana a través del amor y el servicio. A cien años de su partida, es honrada como Sierva de Dios por la Iglesia merideña gracias a la labor de su congregación y a aquellos que reconocen en ella un auténtico ejemplo de santidad.