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Academia de Mérida rindió homenaje al Reverendo Padre Alexander Rivera Vielma

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En una solemne sesión en la Academia de Mérida, el padre Alexander Rivera Vielma, obispo electo de la Diócesis de San Carlos y oriundo de La Azulita, recibió un emotivo homenaje. El acto culminó con la presentación del libro «Memorias de un Centenario” de la Arquidiócesis de Mérida

Prensa Arquidiócesis de Mérida

(24-07-2025) La designación del padre Alexander Rivera Vielma como obispo de la Diócesis de San Carlos llenó de gozo a los merideños; así lo destacó Luis Alfonso Sandia Rondón, presidente de la Academia de Mérida.

«Para nosotros es un honor contar con su compañía, presentarle nuestro saludo y felicitación, así como nuestros deseos de éxito y felicidad a Monseñor Alexander», afirmó Sandia.

Sandia recordó la fructífera carrera del padre Alexander en Mérida, incluyendo su labor en la parroquia universitaria, también como rector del Seminario San Buenaventura y vicario de la Arquidiócesis. Resaltó que esta designación, realizada por el Papa León XIV, acerca a Latinoamérica al Sumo Pontífice, un continente que concentra el mayor número de fieles católicos y es catalogado como «el continente de la Esperanza», como afirmó Benedicto XVI.

«Esta designación es una de las primeras que hace nuestro actual Sumo Pontífice y nos atañe directamente a los merideños», añadió Sandia.

Finalizó destacando que el padre Alexander ha sido siempre «un aliado de nobles causas, un consejero espiritual, un entusiasta emprendedor de iniciativas religiosas, sociales y culturales que, desde la paz y la serenidad de su carácter, ha estado presto al servicio del prójimo. Recibimos con orgullo esta designación, ya que un azulitense será pastor en los llanos venezolanos».

Un Pastor con Misericordia

Por su parte, Monseñor Helizandro Terán, orador de orden en este acto, destacó que «con sentimientos encontrados rendimos un homenaje de despedida a Monseñor Alexander Rivera Vielma, un hombre de fe y sabiduría que deja una huella en la Arquidiócesis de Mérida. Su partida deja un vacío, pero nos llena de alegría saber que por su amor y entrega a la Iglesia ahora le servirá desde el ministerio episcopal».

El arzobispo reflexionó sobre la pesada carga de ser obispo, citando a San Agustín en su aniversario episcopal: «esta carga mía no es otra sino que son ustedes mismos». Recordó cómo la vida de Agustín se transformó radicalmente al convertirse en obispo, rogando al Señor por fuerza para amar a su grey «hasta el heroísmo».

Monseñor Terán enfatizó que el obispo es el pastor que debe velar por el rebaño, orar y servirlo. Explicó que el término «obispo» significa «quien vigila y provee según las necesidades», y que su misión no es dominar, sino guiar al pueblo hacia el Reino celestial. Destacó que Jesús, como médico, ha venido a sanar a la humanidad, enviando a sus pastores para cumplir su servicio de misericordia a todo el pueblo santo de Dios.

Finalmente, Monseñor Terán expresó su deseo de que el padre Alexander, «sea un obispo santo, como nuestro Padre en el cielo es santo. Quiero que seas ejemplo, no por la autoridad o los méritos personales, sino que te distinga la búsqueda apasionada de la verdad, el fervor por la oración, la búsqueda de la santidad y vivir como pastor una profunda fraternidad con tus hermanos y hermanas».

Cristo como centro de la heráldica episcopal

La fecunda vida sacerdotal de Monseñor Alexander Rivera, marcada por su entrega «entre aulas y altares», fue presentada por el Dr. Ricardo Contreras. Ante los presentes, destacó su labor al frente de diversas parroquias, incluyendo la universitaria, y su rol como rector del Seminario San Buenaventura, una trayectoria de servicio y dedicación.

Asimismo, se desveló la heráldica o escudo episcopal que acompañará el ministerio del V obispo de la Diócesis de San Carlos en los llanos venezolanos. Este está constituido por las insignias del obispo, el capelo (un sombrero usado por los prelados) con doce borlas propias del obispo, además de una cruz procesional dorada en el fondo del diseño.

En su cuartel superior izquierdo, el pez y las espigas simbolizan a los primeros cristianos, haciendo referencia a Jesús Eucaristía y a la vivencia de la fe. En el cuartel superior derecho, bajo fondo dorado, el monograma de María alude a la Virgen Inmaculada, patrona de La Azulita y de la Arquidiócesis de Mérida. El cuartel inferior muestra el cordero pascual sobre un libro, en referencia al Apocalipsis de San Juan, junto al Crismón (PX), símbolo griego de Cristo.

La inscripción que acompaña el escudo, «Intuitus eum, dilexit eum», significa «Mirándolo, lo amó». Esta frase, extraída del Evangelio de Marcos (Mc 10,21), describe el encuentro de Jesús con el joven rico. Conlleva una profunda y espontánea afección o compasión, reflejando el espíritu pastoral del nuevo obispo.

Un centenario de historia

Para cerrar este homenaje, el padre Edduar Molina, director del Archivo Arquidiocesano de Mérida, presentó el libro «Memorias de un Centenario», una obra que recopila y relata los acontecimientos más relevantes de la Arquidiócesis merideña.

Este volumen abarca un período crucial, desde 1923 hasta 2023, ofreciendo una valiosa perspectiva histórica y espiritual. La entrega de este libro no solo enriquece el acervo de la Academia de Mérida, sino que también preserva la memoria de cien años de fe y servicio eclesiástico en la región andina.