Prensa Arquidiócesis de Mérida
En una histórica celebración que reunió a obispos de todo el país y a una nutrida representación de la arquidiócesis de Mérida, Monseñor Alexander Rivera Vielma fue consagrado este sábado 23 de agosto como quinto obispo de San Carlos.
(23-08-2025) La Iglesia Venezolana celebró este sábado 23 de agosto un acontecimiento de profunda comunión y esperanza: la consagración episcopal y toma de posesión de Monseñor Alexander Rivera Vielma como quinto obispo de la Diócesis de San Carlos. La ceremonia tuvo lugar en el Coliseo José Miguel Pandare, de la Ciudad Deportiva de San Carlos, espacio dispuesto para acoger a sacerdotes, religiosos y religiosas, autoridades y feligresía de esta iglesia particular.

El acto litúrgico fue presidido por Monseñor Helizandro Terán, arzobispo metropolitano de Mérida, en calidad de consagrante principal, acompañado por Monseñor Alberto Ortega Martín, Nuncio Apostólico en Venezuela, y Monseñor Jesús González de Zárate, arzobispo de Valencia y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Al inicio de la ceremonia, Monseñor Alberto Ortega Martín transmitió el saludo y la cercanía del Papa León XIV al pueblo venezolano, expresando su agradecimiento al Santo Padre por el nombramiento de Monseñor Rivera y extendiendo un fraternal saludo a Monseñor Terán y a toda la delegación merideña presente, quienes con gozo contemplan cómo un hijo de su tierra es consagrado obispo.
“Apacentar el rebaño es un compromiso de amor”
Durante la homilía, Monseñor Helizandro Terán recordó al nuevo obispo que el episcopado es un servicio exigente, inspirado en Cristo, Buen Pastor. Subrayó la responsabilidad de guiar al pueblo de Dios citando a San Agustín: “Ser obispo, apreciado Alexander, es una carga pesada… ¿Y qué es esta carga sino ustedes mismos?”.
Enfatizó que la primera misión de un obispo es anunciar la Palabra con fidelidad y transparencia, señalando que “el agua de nuestra enseñanza ha de ser cristalina, sin contaminarse de ideologías ni acomodos. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor”, resaltó.
Asimismo, exhortó a Monseñor Rivera a ser un pastor cercano a los pobres y necesitados: “Ama, de manera muy particular, a los más pobres, a los indefensos, a los que nada tienen; recuerda que los pobres son sacramento vivo de Cristo Jesús”, acotó.

En un emotivo pasaje, hizo referencia a la vida de Rivera Vielma en Mérida y al nuevo horizonte que abre su ministerio en Cojedes, recordándole que deja atrás “las nevadas montañas merideñas para sembrarte en la inmensidad de la llanura cojedeña… espero que no nos olvides y que lleves siempre en tu corazón a tu pueblo de La Azulita”, señaló.
Finalmente, lo invitó a vivir con humildad, santidad y espíritu de comunión, destacando “que te distinga como obispo no la autoridad ni el prestigio, sino la búsqueda apasionada de la verdad, la humildad más profunda y el fervor de la oración”.
Una nueva etapa, ahora como obispo
Tras la homilía, se realizó el rito de consagración episcopal, en el que Monseñor Rivera fue ungido con el santo crisma en la cabeza, signo de la plenitud del sacerdocio. Acto seguido, recibió los signos propios del ministerio episcopal: los evangelios, que debe proclamar con fidelidad; el anillo, signo de su unión esponsal con la Iglesia; la mitra, símbolo de la santidad a la que está llamado; y el báculo pastoral, signo del servicio de guiar y cuidar al Pueblo de Dios en la Diócesis de San Carlos.

La celebración contó con la presencia de numerosos obispos de distintas diócesis del país, quienes se unieron en comunión fraterna para acoger al nuevo pastor de San Carlos. De manera especial, una nutrida representación del clero de la Arquidiócesis de Mérida, junto a religiosos, seminaristas y fieles, se hizo presente para acompañar a Monseñor Rivera, hijo de esa Iglesia andina, en este paso trascendental de su vida ministerial.

Al finalizar la eucaristía, Monseñor Rivera compartió con emoción el origen de su lema episcopal, «Lo miró con amor» (cf. Mc 10), nacido durante la preparación del Jueves Santo pasado. Recordó que buscaba una frase bíblica para acompañar la adoración eucarística, pensando en quienes llegan con las esperanzas perdidas, y que al leer el Evangelio de Marcos le impactó profundamente aquella escena del joven rico: Jesús lo miró con amor.
Explicó que esta mirada caló tanto en los feligreses como en él mismo, y que la elección del lema no fue al azar, sino una convicción amasada entre rezos y oraciones, deseando que esa misma mirada lo sostenga en su nuevo ministerio episcopal.
El nuevo pastor expresó su agradecimiento al arzobispo de Mérida, Monseñor Helizandro Terán, quien lo ordenó obispo, recordando que desde su llegada a la arquidiócesis lo ratificó como colaborador y que, como guía de la Iglesia merideña, fue elegido para consagrarlo.

También agradeció al Nuncio Apostólico, Monseñor Alberto Ortega Martín, por su cercanía desde el momento del nombramiento, y al Cardenal Baltazar Porras, quien le confirió la ordenación diaconal y sacerdotal y le encomendó diversas responsabilidades. Recordó con cariño a Monseñor Luis Enrique Rojas, último obispo auxiliar de Mérida, y saludó a todos los arzobispos y obispos de Venezuela presentes.
De manera especial, dirigió un mensaje de gratitud a la arquidiócesis de Mérida, donde ejerció 27 años de ministerio sacerdotal, así como a todos los sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas, feligresía y personal de la curia que lo acompañaron en su camino ministerial.
Con voz conmovida, agradeció también a su madre, presente en la celebración, quien desde niño le enseñó que la mejor herencia es la educación, y destacó cómo esa semilla ha dado fruto en su vida y ministerio.

Mirando al futuro de su misión en San Carlos, Monseñor Rivera aseguró que asume el ministerio con la certeza de que no es tarea fácil, pero confiado en que el Señor lo acompaña y sostiene, porque la obra es de él, no suya, y pidió a los fieles que recen siempre por él y por todos los sacerdotes de la diócesis.













