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Juventud merideña celebró con fe y alegría la VIII JAJ en Ejido

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Durante tres días, los jóvenes transformaron a Ejido en un espacio de fe y misión, celebrando la VIII Jornada Arquidiocesana bajo el lema “Joven peregrino, el Señor es nuestra esperanza”

Prensa Arquidiócesis de Mérida

(15-09-2025) Ejido se convirtió en punto de encuentro de la fe joven entre el 12 y el 14 de septiembre, con la celebración de la VIII Jornada Arquidiocesana de la Juventud (JAJ), que tuvo como sede principal el Santuario San Buenaventura.

Durante tres días, centenares de jóvenes de toda la geografía arquidiocesana vivieron momentos de oración, misión, fraternidad y alegría, bajo el lema “Joven peregrino, el Señor es nuestra esperanza”.

La apertura estuvo marcada por dinámicas de integración, una peregrinación desde la Escuela Campo Elías y un cálido recibimiento con expresiones culturales y danzas de los grupos apostólicos de Ejido, que reflejaron la riqueza de la tradición local.

El párroco anfitrión, padre Olivo León, dio la bienvenida, mientras que el padre Eduardo Gotopo, Vicario de Pastoral Juvenil, presidió la eucaristía inicial que dio paso al envío de los jóvenes en comunidades identificadas con los frutos del Espíritu Santo, quienes fueron acogidos por familias de la zona.

El sábado se vivió la experiencia misionera, cuando los jóvenes salieron por las calles a compartir la Buena Noticia en una evangelización casa a casa. La jornada continuó con actividades recreativas y un gran encuentro en Ejido que incluyó presentaciones musicales, la expo carisma de congregaciones y pastoral vocacional, y la Hora Santa con confesiones. Allí también se anunció la próxima sede de la JAJ 2026: el Santuario de Nuestra Señora de la Candelaria en Bailadores, del 23 al 26 de abril.

El domingo, en el marco de la fiesta de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, los jóvenes regresaron en peregrinación al Santuario San Buenaventura para la misa de clausura. Antes de la celebración, los Indios Cospe de La Azulita ofrecieron su tradicional danza frente al templo.

La eucaristía fue presidida por Monseñor Helizandro Terán, arzobispo metropolitano de Mérida, quien en su homilía dirigió un profundo mensaje a la juventud: “La santidad no es para unos pocos, sino para todo hombre y mujer que viven su fe en radicalidad, que se saben hijos de Dios y confían plenamente en su Padre”, expresó.

El arzobispo insistió en que la fe no debe entenderse solo como una definición de catecismo, sino como una experiencia viva de encuentro con Dios. “La fe no se tiene, la fe se vive”, recordó, exhortando a los jóvenes a cultivar una relación filial con el Señor que transforme su vida.

Asimismo, destacó que la fraternidad es el camino para ser verdaderos discípulos: “Si no reconozco al otro como mi hermano, no puedo hablar de misericordia; sin fraternidad, todo se vuelve un eslogan vacío”. Finalmente, invitó a los jóvenes a perseverar en el compromiso cristiano: “Nuestra esperanza es Cristo. Aun cuando el camino sea difícil, no nos desanimemos. Como decía San Agustín: más vale un cojo en el camino que un atleta fuera de él».

Tras la misa, el padre Olivo León agradeció a todos los que hicieron posible la jornada, mientras que la coordinadora arquidiocesana de pastoral juvenil, Lorena Ramos, dirigió palabras de gratitud a las parroquias sede y co-sedes, a los voluntarios y a las familias que acogieron a los peregrinos, reconociendo que lo vivido fue “un signo de que la Iglesia joven de Mérida está más viva que nunca”.

Las palabras de los propios participantes reflejaron la riqueza de esta experiencia eclesial. Sergio Camacho, peregrino de la parroquia San Juan Pablo II, expresó: “Mi participación en JAJ fue algo muy significativo porque nunca había participado, era mi primera vez, pero superó lo esperado; yo pensé que era como un retiro, pero me di cuenta de que es totalmente distinto. Si me dijeran que lo representara, en una palabra, yo diría hermandad”.

Con esta edición, la JAJ reafirmó su propósito de formar una juventud comprometida con la misión evangelizadora de la Iglesia, capaz de testimoniar con alegría que Cristo es la esperanza que sostiene sus vidas. Desde ya, la mirada está puesta en Bailadores, donde la Iglesia merideña volverá a encontrarse en abril de 2026 para seguir caminando juntos en la fe.