Comunicaciones ArquiMérida

OREMOS CON LA PALABRA: REFLEXION EN EL DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD -ciclo c-

Palabra

Pbro. Cándido Contreras

Retornamos a la celebración litúrgica del llamado “Tiempo Ordinario” en el cual vamos celebrando la vida del Señor y Maestro, Jesucristo, en medio de nosotros. Tiene dos momentos, uno al finalizar el tiempo de Navidad y antes del inicio de la Cuaresma, y el segundo, a partir de Pentecostés hasta el inicio del Adviento. Es un espacio litúrgico para seguir, año tras año, profundizando en la fe, la esperanza y la caridad. En el primer domingo, del segundo momento, la Iglesia nos invita a dejarnos asombrar por el misterio de Dios que llamamos “Santísima Trinidad”.

Como todos los misterios de nuestra fe, esperanza y caridad, el “Misterio de Dios” puede ser abordado desde muchas vertientes; precisamente por ser “Misterio”, el lenguaje que utilizamos siempre será limitado; por diversas razones, y tratando de ayudar a una mejor vivencia cristiana, se han dado unas líneas explicativas que no agotan el misterio, sino que intentan “dar razón de nuestra esperanza” (1 Pedro 3,15).

Sumergirnos en la vivencia, contemplación, meditación, del “Misterio de Dios” que se nos ha manifestado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios que es, al mismo tiempo, tres personas distintas, no es perdernos en un problema filosófico, dialéctico o teológico. Muchas personas, a lo largo de los siglos, seguirán haciendo sus mejores esfuerzos para hacernos más cercana a nuestra limitada razón, por muy ilimitada que nos parezca, esa realidad. Algunos sencillamente la niegan, a otros no les interesa y los deja totalmente indiferentes, y no faltan los que hacen de ella una causa para discutir interminablemente con sus semejantes.

Dios como Padre/Madre es una de las grandes revelaciones de este Misterio; la ternura paternal/maternal es una experiencia única e irrepetible en cada persona; tratar de llevarla al lenguaje explicativo es un buen intento, pero no la agota; se puede decir algo sobre la ternura, pero mientras no se viva el concepto es anodino. Sentirnos amados por el papá y la mamá, es una realidad personal, intransferible y que no debiera ser motivo de comparación. El amor del Padre Dios es incomparable; cualquier expresión que se nos venga a la mente siempre será pequeña.

Dios como Hijo es la siguiente de las revelaciones del Misterio; Dios, para los cristianos, no es el “motor inmóvil” del que habló el filósofo, o el “Gran Arquitecto” del que hablan algunos pensadores. Para los creyentes es una comunidad de amor; el amor de Dios es tan impresionante que no se puede quedar encerrado en sí mismo; porque es amor, sale de sí mismo para que su felicidad sea experimentada por otro. El lenguaje humano es inadecuado para explicar cómo el Amor produce Amor que al mismo tiempo es el mismo y es diferente. Dios como Hijo es la Palabra por la cual son creadas todas las cosas y lo más grandioso de todo: el ser humano. Dios se nos hizo presente como uno de nosotros y, con sus palabras y obras, nos hizo experimentar que Dios no solo es el Omnipotente sino, ante todo, un Padre lleno de ternura misericordiosa.

Dios como Espíritu Santo se hace presente en los seres humanos impulsándonos a amar y a dejarnos amar; nos hace sumergir en esa realidad divina que nos llena de asombro, alegría, ternura, perdón, esperanza y confianza. Me atrevería a decir que es una persona que trasciende el concepto de persona; al ser Espíritu todo lenguaje es inapropiado para referirnos a él. Sin embargo, el Espíritu actúa en medio de la humanidad impulsándola a ser cada vez mejor.

Nuestro Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la felicidad suprema, nos invita a participar de ella, haciendo que a nuestro alrededor brille la paz, fruto de la justicia, y la libertad fruto de la verdad.

ORACION EN LA SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD -ciclo c-

Oh Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
un solo Dios en tres personas distintas,
nuestra alabanza, adoración y gratitud.

A ti Padre, Dios de infinita ternura,
te adoramos, bendecimos y alabamos
porque sabiendo que somos tus hijos necesitados
cada día nos das lo necesario
para que alcancemos a vivir
en la plenitud de tu ternura paternal.

A ti Hijo, Dios hecho hombre,
Divina e Infinita Misericordia Divina,
te adoramos, bendecimos y alabamos
porque no te avergüenzas de ser nuestro hermano.
Sabiendo que somos pecadores
tu Redención es y será para siempre.

A ti Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo,
te adoramos, bendecimos y alabamos
porque silenciosamente actúas dentro de nosotros
para conducirnos a la verdad plena.
Sabiéndonos frágiles y débiles
derramas tus dones y carismas
para que hagamos siempre el bien.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.