Las parroquias de Tabay, Chiguará y Mucutuy celebraron este 13 de junio la festividad de San Antonio de Padua, patrono de estas comunidades que se ubican en distintos sectores de la geografía merideña, pero que se unen en un mismo sentir para rendir homenaje al santo franciscano
Prensa Arquidiócesis de Mérida/Isvait Toro- Pasante ULA
(21-06-2025) Cada 13 de junio, la Iglesia universal celebra a San Antonio de Padua, y en el estado Mérida, esta fecha cobra un significado especial. Tres de sus pueblos, Chiguará, Tabay y Mucutuy, rinden homenaje a su santo patrono con un fervor que trasciende la geografía.
En Chiguará, la celebración es particularmente emotiva, ya que coincide con la fundación del pueblo en 1657. El Arzobispo Metropolitano, Monseñor Helizandro Terán, junto al padre Jesús Enrique García, párroco de la comunidad, y sacerdotes del arciprestazgo de Lagunillas, presidieron las festividades.
En la Eucaristía, Monseñor Terán recordó las virtudes de San Antonio y animó a todos los presentes a seguir su ejemplo de santidad.

La música, las procesiones y las ofrendas florales adornaron este importante acontecimiento, fusionando la fe con la rica historia local.
Por su parte, en Mucutuy, ubicado en el corazón de los Pueblos del Sur, la participación de los pobladores fue masiva. Los promeseros, fieles a la tradición, vistieron trajes similares a los del santo para agradecer los favores concedidos.
La celebración inició el 12 de junio con una serenata previa, culminando con la solemne Eucaristía del día 13, presidida por el padre Bernabé Guerrero, párroco de esta comunidad. Estuvo acompañado de otros sacerdotes de comunidades cercanas.

Este encuentro es un reflejo de la profunda devoción y el arraigo cultural que caracteriza a esta comunidad.
Finalmente, en Tabay, conocida como “la puerta del páramo merideño”, la festividad de San Antonio se vivió con la particular alegría de un pueblo que resguarda la entrada a los majestuosos paisajes andinos.
Sus habitantes, entre la belleza de las montañas, expresaron su fe y gratitud, pidiendo bendiciones para sus hogares y sus caminos, en una celebración que une la tradición religiosa con el esplendor natural de la región. La santa eucaristía contó con la participación de distintos presbíteros, junto al padre Javier Muñoz, párroco de esta comunidad.
¿Quién fue San Antonio de Padua?
San Antonio de Padua, cuyo nombre de pila era Fernando Martins de Bulhões, nació en Lisboa, Portugal, en 1195 en el seno de una familia acomodada.
Desde joven sintió una fuerte vocación religiosa, ingresando primero con los Canónigos Regulares de San Agustín. Sin embargo, al conocer a los frailes franciscanos y conmovido por el martirio de misioneros en Marruecos, decidió unirse a la Orden Franciscana, adoptando el nombre de Antonio.

Su deseo de ir a África a predicar no se concretó debido a una enfermedad, que lo obligó a regresar y lo llevó, por una tormenta, a las costas de Italia, donde finalmente se encontraría con San Francisco de Asís.
Ya en Italia, la humildad de Antonio lo llevó a realizar trabajos sencillos, hasta que su profundo conocimiento de las escrituras y su don para la predicación fueron descubiertos. Se convirtió en un formidable predicador, viajando por Italia y Francia, atrayendo a multitudes con sus sermones claros y llenos de doctrina.
Se le atribuyeron numerosos milagros en vida y tras su muerte, lo que le valió el sobrenombre de «Santo de los milagros» y «Doctor evangélico».
Murió en Padua el 13 de junio de 1231, a la joven edad de 35 o 36 años, y fue canonizado en un tiempo récord, tan solo un año después de su fallecimiento, debido a la inmensa popularidad y los prodigios asociados a su intercesión.
El pan de San Antonio
En la fiesta de San Antonio, se reparte pan como un gesto de caridad y ayuda a los más necesitados, siguiendo el ejemplo del propio San Antonio de Padua.

La historia cuenta que él era muy generoso y siempre se preocupaba por los pobres, compartiendo lo que tenía con ellos. Por eso, dar pan en su fiesta es una forma de recordar su gran corazón y continuar con esa tradición de ayudar a quienes lo necesitan.
Además de ser un acto de caridad, el pan de San Antonio también se considera un sacramental para la iglesia católica. Es una manera de pedirle a San Antonio su intercesión para que no haya escasez y para que las familias tengan siempre lo necesario.
