Con espíritu evangelizador y vocación de servicio, los seminaristas del Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida realizaron, del 16 al 24 de julio de 2025, una intensa semana misionera en la parroquia San Antonio de Padua de Tabay
Prensa Arquidiócesis de Mérida
(24-07-2025) En un clima de fraternidad y compromiso pastoral, los seminaristas del Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida vivieron una semana de misiones del 16 al 24 de julio en la parroquia San Antonio de Padua de Tabay, perteneciente al arciprestazgo de El Páramo.
Estas jornadas, conocidas también como prácticas apostólicas de vacaciones, forman parte del proceso formativo de los futuros sacerdotes, ofreciéndoles una experiencia directa de anuncio del Evangelio, cercanía con el pueblo de Dios y vivencia comunitaria.

Durante esos días, los jóvenes seminaristas realizaron diversas actividades pastorales y evangelizadoras: encuentros de oración, visitas casa por casa, talleres bíblicos y de formación espiritual, visitas a los enfermos y acompañamiento a las comunidades afectadas recientemente por las lluvias.
El padre Javier Muñoz, párroco de Tabay, explicó que las misiones se desarrollaron bajo tres líneas fundamentales: oración, formación y acción pastoral.

“Los seminaristas vivieron una experiencia muy cercana con la gente. En medio de las dificultades ocasionadas por las lluvias, su presencia fue de gran ayuda. Pusieron todo su empeño y dedicación”, afirmó.
La clausura de las misiones estuvo marcada por la celebración de la Santa Misa, presidida por el arzobispo metropolitano de Mérida, Monseñor Helizandro Terán, quien se unió a la comunidad parroquial para agradecer el trabajo misionero de los seminaristas.
En su homilía, Monseñor Terán recordó que “la Iglesia es, por naturaleza, misionera, porque lo que ha recibido de Jesucristo es lo mismo que comunica y transmite a sus fieles”.

Asimismo, agradeció a la parroquia y a su párroco por abrir sus puertas al Seminario, y animó a los jóvenes seminaristas a continuar ejercitándose en el anuncio del Evangelio, enriqueciendo su fe en el contacto con el pueblo de Dios.
La comunidad parroquial expresó también su gratitud al arzobispo, al padre Javier y a los seminaristas, reconociendo con gozo el fruto espiritual que dejaron estas misiones en los corazones de los fieles.