Cuando las lluvias arrasaron con caminos, cosechas y hogares, también pusieron a prueba la fe y la capacidad de respuesta de una Iglesia que no se resigna a mirar desde lejos. Cáritas Mérida se convirtió en la presencia concreta del Evangelio en medio del dolor
Prensa Arquidiócesis de Mérida
(28-07-2025) Frente a las emergencias ocasionadas por las intensas lluvias del pasado 24 de junio, que afectaron especialmente al páramo merideño y a la cuenca del río Chama, Cáritas Arquidiocesana de Mérida ha desplegado una de las respuestas humanitarias más significativas de los últimos años en la región andina.
La acción ha estado orientada no solo a brindar asistencia inmediata, sino también a acompañar a las comunidades en un proceso de reconstrucción integral.

“El 24 de junio sucedieron eventos naturales graves, con inundaciones y emergencias en muchas zonas. Nosotros, desde Cáritas, como acción social de la Iglesia, no podemos ser indolentes. Siempre hemos estado pendientes del hermano, sobre todo del que está padeciendo”, señaló el padre Carlos Zambrano, director de Cáritas Mérida.
Su testimonio da cuenta de una labor pastoral que va más allá de lo asistencial, guiada por el principio cristiano del amor al prójimo.
Una red activa de solidaridad en cada parroquia
Desde el primer momento, Cáritas activó sus canales de comunicación con organismos públicos y estructuras eclesiales, incluyendo la Conferencia Episcopal Venezolana, Cáritas Nacional y las Cáritas parroquiales. De forma inmediata, se pusieron en marcha 35 centros de acopio distribuidos en distintas parroquias de la arquidiócesis. El centro principal se estableció en la sede de Cáritas Mérida, en la parroquia Santa Bárbara.

Estos espacios comenzaron a recibir donaciones de ropa, medicinas, alimentos y agua potable por parte de la comunidad, el sector privado y organizaciones aliadas. El equipo de Cáritas Central se encargó de clasificar, organizar y canalizar todo lo recibido para su posterior distribución en las zonas más afectadas.
A partir del 27 de junio, comenzaron los traslados hacia las comunidades, superando obstáculos logísticos como vías bloqueadas o terrenos inestables. “Estuvimos colaborando también para la apertura de las vías. Más de 25 días radiando todas las comunidades del páramo y la cuenca del Chama”, indicó el padre Zambrano.

Visita, presencia y consuelo: el rostro humano de la ayuda
La metodología de Cáritas se ha basado en un enfoque comunitario, con visitas presenciales, verificación directa y distribución según censos realizados por las parroquias. Sin embargo, también se ha brindado atención a casos no registrados inicialmente, evitando que nadie quede fuera de la ayuda.
“Además de entregar insumos, buscamos abrazar y consolar. Ese consuelo también se expresa en los kits de alimentación”, expresó el sacerdote.

Durante la primera etapa de respuesta, se distribuyeron 3500 kits alimentarios con productos de la cesta básica, equivalentes a más de 45 toneladas de comida. A esto se suman más de 20 mil litros de agua potable, alrededor de 9000 combos de ropa y lencería como sábanas, toallas y cobijas, más de 4000 pares de zapatos, 9500 kits de higiene, 1500 colchones y casi 10 mil paquetes de pañales para niños y adultos.
La atención sanitaria también ha sido una prioridad. Los medicamentos donados fueron organizados y canalizados para jornadas médicas que se realizan con el apoyo de médicos de Cáritas y de la Fundación Primeros Auxilios ULA (PAULA), con quienes se ha establecido una alianza sólida. Estas jornadas se llevan a cabo en espacios adaptados, con instrumental adecuado y atención gratuita.

Segunda fase: acompañar más allá de la emergencia
Según explicó el padre Carlos Zambrano, tras la primera ola de solidaridad suele aparecer un receso donde disminuyen los apoyos. “La experiencia nos ha enseñado que en un primer instante todos nos abocamos, pero luego todo el mundo se desaparece. Nosotros, desde Cáritas, seguimos ahí”, subrayó.
En este contexto, se ha iniciado una segunda fase de atención, planificada para extenderse durante al menos tres meses, centrada en el acompañamiento a familias afectadas que han perdido empleos, cosechas o acceso a servicios básicos.

Esta etapa contempla la entrega sostenida de alimentos, nuevas jornadas médicas, apoyo psicológico profesional y la atención a necesidades que emergen con el tiempo, como la pérdida de enseres del hogar.
También se está trabajando en el restablecimiento del acceso al agua potable. Cáritas ha distribuido filtros, tabletas potabilizadoras y fórmulas lácteas para niños, y continúa identificando casos de personas que requieren camas, cocinas, neveras u otros bienes esenciales. “Es en el postevento donde más debemos estar atentos”, insistió el padre Zambrano.
Cáritas, en comunión con el Obispo y la misión de la Iglesia
La labor de Cáritas no es una acción aislada, sino parte del corazón pastoral de la Iglesia. Según el Canon 394 §1 del Código de Derecho Canónico, el obispo tiene la responsabilidad de promover en la diócesis la caridad cristiana y la justicia social. Cáritas, como obra episcopal, actúa en nombre del Obispo y bajo su autoridad pastoral, coordinando una misión que no solo responde a necesidades materiales, sino que expresa el amor de Dios de forma concreta y visible.

Así lo reafirma también la encíclica Deus Caritas Est del Papa Benedicto XVI, al indicar que la caridad eclesial forma parte esencial de la misión de la Iglesia y que Cáritas es una estructura institucional vinculada directamente a la misión del obispo.

“Quiero aprovechar la oportunidad y agradecer a todos aquellos que han brindado su ayuda y han confiado en nosotros. Una gran responsabilidad es la confianza que se deposita en nosotros. Hemos estado ahí para ayudar a todos los más necesitados. No digamos que lo hemos atendido al 100 %, porque no todo es perfecto, pero sí hemos atendido el 90 %. Ese agradecimiento es por todos los que ayudan para que nosotros no nos detengamos, sino que sigamos ayudando a todos los necesitados”, concluyó el padre Carlos Zambrano.
Finalmente, ratificó que Cáritas no es una respuesta momentánea, sino un compromiso permanente. “Cáritas fue ayer, es hoy y será mañana. Seguiremos estando, con la fe que nos mueve y con el amor que nos impulsa”, concluyó.