Comunicaciones ArquiMérida

116 aniversario del Museo Arquidiocesano de Mérida

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Conmemorando el decreto de su fundación el 10 de agosto de 1909

Lino E. Meneses P./Gladys del C. Gordones R./Ana Hilda Duque

(12-08-2025) A pesar de que la preocupación por los museos y la conservación del patrimonio cultural asociado a ellos se remonta a los orígenes de la Iglesia misma (Porras, 1996), la organización y apertura al público del Museo Diocesano de Mérida, entre los años 1909 y 1911, por Monseñor Antonio Ramón Silva García, colocó a la Diócesis de Mérida a la vanguardia de la Iglesia venezolana y latinoamericana en general, en virtud de que los primeros preceptos de la Santa Sede sobre los museos en el siglo XX fueron dirigidos a los obispos de Italia en el año de 1923 y que, por analogía, podrían ser considerados como las primeras pautas válidas para la Iglesia universal (Vaticano, 2001).

Es precisamente en el año de 1923, 12 años después de la apertura al público del Museo Diocesano de Mérida, que la Secretaría de Estado del Vaticano sugiere a los obispos italianos fundar y organizar los museos diocesanos en los obispados o en las catedrales, y es para el año de 1924 cuando el Cardenal Pietro Gasparri notifica a los obispos italianos la constitución de la Pontificia Comisión Central para el Arte religioso en Italia, con la cual se instruía la creación en cada diócesis de las comisiones diocesanas para el arte sacro, cuya función sería, entre otras, la organización de los museos diocesanos (CPBCI, 2003).

Si bien es cierto que las medidas de la Santa Sede fueron orientadas hacia los obispos italianos, las mismas representan una premisa de obligada referencia y de experiencia en la atención que la Santa Sede le ha dedicado al patrimonio artístico e histórico en la Iglesia… Y es un testimonio del empeño de cuantos fueron llamados a trabajar por la tutela, la promoción y el uso de los bienes artísticos, al servicio de la misión pastoral de la Iglesia.

De manera que la salvaguarda del patrimonio cultural adquiere un valor trascendental en la medida en que el patrimonio se oriente a la misión pastoral de consolidar los vínculos de solidaridad y hermandad entre los fieles con la Iglesia y a su vez configurar los procesos de pertenencia e identidad —memoria histórica— de la comunidad en el territorio donde se encuentra inserta la Iglesia.

El Museo Diocesano de Mérida, según la pastoral emitida por Monseñor Antonio Ramón Silva García en el año de 1909, se crearía como un departamento de la Curia Eclesiástica que se fabricará al efecto, en el cual, junto con los objetos nacionales o extranjeros que corresponden a establecimientos de esa índole, se conserven más cuidadosamente todos los objetos que se puedan conseguir que de algún modo se relacionen con la Independencia, o que pertenecieron a los héroes seglares y eclesiásticos de aquella época (Silva, 1909, pp. 66-67).

La pastoral de Monseñor Silva se cumplió tal como se pensó y se proyectó; para la fecha de la inauguración del Museo Diocesano, en el año de 1911, su sede ya se encontraba construida, tal como consta en el documento: Reseña histórica sobre los bienes muebles que conforman la Arquidiócesis de Mérida: Seminario, Palacio Episcopal, Curia y Museo. Incluye datos sobre la fundación de estas instituciones. Los edificios de la Curia Eclesiástica y el Museo, aunque fabricados primero, pueden considerarse como parte integral del Palacio.

El Museo hace continuación a la Curia, y es un edificio que consta de un salón de veintidós metros de largo, con un corredor por delante, todo del mismo estilo de la Curia… Costó algo más de veinte mil bolívares, para los que el Clero contribuyó con una quinta parte y el Obispo con el resto. (AAM. Sección 41 Informes Históricos. Caja 3, doc. s.n., fol. 3).

Ahora bien, tal como lo dispuso Monseñor Silva para ese entonces, el Museo Diocesano estaría organizado en dos «partes»: (1) los objetos y productos nacionales y (2) objetos y productos extranjeros. La primera estaba constituida por las secciones de Botánica, Zoología, Mineralogía e Historia; esta última se dividiría en dos «partes»: la Historia Eclesiástica y la Historia Civil o Profana, dividida, esta última, en tres épocas: Precolombina, colonial y republicana. El Museo Diocesano contaría con una última parte, la de Arte e Industria (Silva, 1909).

Un aspecto importante a resaltar sobre la organización del Museo Diocesano son las normas e instrucciones que dictó Monseñor Silva para incorporar los objetos al museo; entre ellas, podemos citar que los mismos deberían remitirse en buenas condiciones para su conservación y acompañados con el nombre del objeto, sitio o lugar de procedencia, nombre, edad y domicilio del donante y/o autor, uso y antigüedad (Silva, 1909).

El acto de inauguración del Museo Diocesano fue muy concurrido, cumpliéndose el programa que había establecido Monseñor Silva García.

Entre los asistentes al acto inaugural se encontraban el Presidente del Estado, el General Esteban Chalbaud Cardona, su Secretario General, el Rector y el Vicerrector de la Universidad de Los Andes, miembros de la Junta Principal del Centenario del Estado Mérida, los integrantes del Consejo de Gobierno del Estado, los miembros del Concejo Municipal, de la Corte de Justicia, el Jefe Civil del Distrito, niños y niñas de los colegios y escuelas de la ciudad, integrantes de la Sociedad Hijas de María y niños descendientes de las familias de los Clérigos Patriotas (Silva, 1911, p. 270). 

Desde su fundación, el Museo Arquidiocesano ha tenido diversas sedes, relacionadas todas ellas con la evolución histórica de la edificación que sirve de Palacio Arzobispal. Desde su inauguración en el año de 1911 estuvo al lado del edificio de la Curia, en la misma cuadra donde se encuentra la Catedral.

El 25 de noviembre de 1928, bajo la dirección del arzobispo Acacio Chacón, se organizó y se reinauguró en uno de los salones del Palacio Arzobispal, ubicado en los espacios que hoy ocupa el Centro Pastoral Monseñor Salas y el estacionamiento de la Arquidiócesis en la calle 23. En el año de 1931 se trasladó a un salón del Palacio Arzobispal ubicado en el ala izquierda del claustro, donde permaneció hasta el año de 1995, cuando se trasladó a su actual sede en la antigua Capilla El Sagrario, situada en la Av. 4 Bolívar entre el Palacio Arzobispal y la Catedral de Mérida (Duque, 2007, p. 941). Esta misma fue remodelada entre 1941 y 1942, según el proyecto del ingeniero Gustavo Gabaldón y la ejecución del ingeniero Luis Bosetti.

Hoy el Museo Arquidiocesano de Mérida, por decreto del Arzobispo de Mérida, Monseñor Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, lleva el nombre de Monseñor Antonio Ramón Silva García en honor a su fundador (AM, 1995). Su compromiso con la conservación de piezas de alto valor histórico, artístico y eclesiástico hace de esta institución un baluarte de la cultura que resguarda con responsabilidad y alto celo su razón de ser, ofreciendo a su distinguido público una experiencia de asombro y conocimiento que enaltece la misión pastoral de la iglesia merideña.